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Pa´ la juerga también se le tiene su plato.

  • Alejandro Mírquez Campos
  • 5 oct 2017
  • 4 Min. de lectura

Supongo que a todos ustedes, al igual que a mí les gusta viajar para conocer muchas experiencias, y si están en este blog, les encantan aún más las gastronómicas. Por eso, creí necesario trasladarme a mi tierra para reportar sobre un plato que en lo personal, me parece uno de los mejores para los desayunos, más cuando ese desayuno es después de una rumba de sábado en la que le dimos duro al guaro, al ron, vodka, wiski, tequila o cualquiera de los otros y que simplemente tenemos que aprender a preparar para salir de la mala.

Claro, ese desayuno que hace falta en esas madrugadas en las que justo el sol tiene que entrar por la ventana y que no es para nada como una Disney Movie en la que entran los pájaros cantando y trayendo un bonfi..algo con agua fría para que ese taladro que intenta joderle a uno la cabeza deje de hacerlo.

Nada de eso, como estamos en la realidad, tenemos que jodernos y aguantarnos ese guayabo –Resaca- que a muchos les dura todo el día y sala la típica frase “No vuelvo a jartar” Que obvio nadie cumple y que apenas hay partido, una despedida, un viernes, e un sábado, una noche, una tarde, una madrugada o simplemente porque no hay nada que hacer… Siempre vamos a estar dispuestos para levantar la mano y echarnos un shot de lo que sea a la boca.

Así que, es imposible no volver a caer en una borrachera y a su vez, en un jodido guayabo que nadie sabe para qué se lo inventaron pero nos toca aguantarnolo. Por eso, hoy vamos a hablar de una alternativa para aliviar esta resaca y además un delicioso desayuno.

Como les decía, viajé a El Espinal para obtener fuentes experimentadas sobre las bondades de este plato. Allí, pasé por un restaurante que queda en la calle 13 entre 3ª y 4ª, uno de esos que están construidos en casona de bareque (Sin duda muy útil para el calor que hace en este municipio) En este restaurante hay de todo, desde los huevos con salchicha hasta el caldo de pescado (Que les confieso no es para nada de mi agrado aunque seguramente algún día tendré que probar para ver qué les recomiendo a ustedes) Muchas de las personas que llegaban al negocio pedían caldo de costilla, así que fue muy oportuno para conseguir opiniones sobre esta comida.

Por ejemplo, Don Miguel llegó, y quizá, como de costumbre, saludó con mucha confianza a la mesera del lugar y le dijo “Lo de siempre mi doña, pero que esté bien cargado con un huesote pa´ chuparle el jugo” la muchacha no lo consideró lo que le dijo depronto por costumbre. Sin embargo, a mí sí me quedó sonando la familiaridad con la que éste man hablaba y me dije “Este Señor se ve que le gustan los caldos” Entonces me le acerqué, me le presenté y comencé con la entrevista.

Alejandro Mírquez:

¿Qué tanto tiempo ha vivido en El Espinal?

Don Miguel:

Mijo, desde que nací, yo soy un hombre de campo, pero con mi mamá no la pasábamos en el pueblo comerciando usted sabe…

A.M.

O sea que ¿Usted tiene mucho conocimiento de la tradición de este municipio?

D.M.

Pues como mucho no… Pero sí de lo esencial, la comida, la agricultura… Pero no de esos que son estudiosos, sólo lo que se puede saber de dónde se vive.

A.M.

Yo estoy interesado en conocer sobre este plato que particularmente pidió hoy, así que cuéntenos ¿Por qué le gusta el caldo de costilla?

D.M.

Vea mijo, eso es de tradición, desde pelaito fui criado con caldos y sopas, además porque es barato y muy rico, aquí por el caldo de costilla pago $3 mil pesitos y queda uno bien pa´ todo el día… No ve que eso viene con un buen pedazo de carne y me perdonará pero es que comer sin la carne, eso no es comida.

A.M.

Claro es que es bastante barato y pues además de lo sabrosos ¿Usted sabe para qué más sirve tomarse un caldo de costilla? Me refiero si tiene alguna bondad nutricional o alimenticia.

D.M.

Pues mijo, yo no sé nada de eso, lo único que podría decirle es que igualmente cuando uno se va por ahí de vagabundo a jartar aguardiente y ya está que se le sale hasta las tripas, un buen caldo de costilla le baja a uno esas ganas de vomitar y esa maluquera tan berraca, de pronto que es por la grasita con la cebolla y el ajo que ayudan que eso por allá se calme.

Igual, cuando uno va al doctor, y le dicen a uno que tiene que evitar las comidas pesadas y que mejor tome caldos, pues eso es porque debe reemplazar muchas de las cosas que están en las otras comidas.

Eso era lo que me interesaba a mí, porque es cierto, si ustedes van al médico o tienen un malestar (Ese taladro que no les deja en paz la cabeza) lo primero que se puede tomar es un buen caldo de costilla que con todos los jugos de sus especias y la grasita caliente de la carne (En el agua) ayudan a bajar esas ganas de vomitar así como cuando se siente que el alma se va a salir del cuerpo porque ya no tiene ni “Tripas” para sacar.

Y es que es simple, por ejemplo este caldo lleva cebolla y ajo, que las principales propiedades son limpiar el cuerpo con la alicina que tiene como función estimular el sistema inmune y además ser antiséptico para depurar de mucho microorganismos y sustancias que producen malestares en el cuerpo.

Imagínense tomarse uno de estos, calientico o tibio, obviamente lo pone a uno a sudar y sudar limpiando el cuerpo de todas esas vainas que jartamos en las noches de rumba y que ni nos acordamos por andar de alborotados y que gracias a la pacha mama, dios, jehová, ala, buda o cualquiera que sea (Sin cuestionar a nadie) nos ayuda a ese descaro en la que nos ponemos en modo juerga.

Así que aprovechen un buen caldo y todo lo que puede hacer por su bienestar, además que no tiene muchas calorías en comparación con todo lo que ofrece para su organismo. Tómenselo bien calientico, en la cama, en la sala, en la calle, dónde sea, pero siempre piensen que es saludable y que es colombiano.

 
 
 

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