El contexto del Biscocho.
- Alejandro Mírquez Campos
- 9 nov 2017
- 5 Min. de lectura

Los biscochos, son un pequeño pasabocas muy del centro de país, ese de tierra caliente a donde van los del resto de Colombia para “pisciniar” y quitarse de encima el frío generalmente capitalino.
Uno de los biscochos más atractivos para quienes visitan la zona en la que se produce es la achira. ese que tiene una textura harinosa, tostadita y que recién sale del horno de piedra, es el manjar que a todos puede degustar con un arequipe y quesillo. Pero parceros, lamentablemente el descuido de los gobiernos municipales y departamental de una de las regiones con mayor potencial en Colombia, el Tolila, están dejando esta tradición en el olvido y su preparación no transgrede las barreras generacionales.
Para este artículo, en el que se me pidió hacer una denuncia, decidí viajar a El Espinal, un municipio tolimense que con el pasar del siglo XXI ha perdido su potencial turístico y comercial porque el interés nacional es desarrollar vías que mejoren el transporte de carga entre capitales departamentales, dejando de lado las pequeñas ciudades que también necesitan potenciar sus fuentes económicas, pero que cada día lo ven más lejano porque a las dobles calzadas les estorba las poblaciones para minimizar el tiempo de viaje, como la vía Bogotá Neiva que especialmente es la que deja afectada a esta zona.
Eso, sumado que en ese departamento no tiene una educación fuerte en valores culturales que más allá de unos textos y unos bailes, no se imparta por ejemplo la herencia gastronómica, la historia de sus orígenes indígenas o el valor que tiene sus suelos fértiles. Parece que no es importante y así los Municipios, especialmente … ¿Cómo se llama...? El Espinal, está pasando al olvido y su cultura a la antigüedad que ya no puede ser parte de algo retro … De los Hipsters....
Pero bueno, vamos a la entrevista para no darle tanto debate al tema. En El Espinal (Su nombre completo va con El… El Espinlal) casi como que en todas las ciudades de Colombia, existe una entidad que se llama La Casa de La Cultura, un lugar en el que… No entendí qué hacen pero se supone que promueven los valores culturales de los espinalunos.
A esta entidad fue muy difícil contactarla, especialmente porque cuando se les hablaba de políticas de promoción del valor propio por la cultura del Municipio, la respuesta era “Sí claro, nosotros lo hacemos” ¿Cómo lo hacen? “Pues generamos convenios para que profesores de otros lados promuevan la música y todas las cosas que tienen que ver con la cultura, teniendo en cuenta los recursos con los que cuenta el municipio” Esa fue la brevedad de la entrevista que logré hacer a uno de los funcionarios que con dos minutos de su tiempo me atendió y que después no permitió que se revelara su nombre.
Por otro lado, con ese calor que le encantan a esos de tierra fría… cogí para la Plaza la concordia, un espacio que ha sido muy reducido para darle a un potente supermercado, gran espacio y dejándo más reducidos a los campesinos y artesanos que antes se veían bien organizados para comercializar sus productos.
En este lugar, una amable Señora, Blanca Rodríguez, una mujer de más o menos 60 años (No me atreví a preguntar su edad porque ya saben que las mujeres aquí, se rayan por eso) Ella vende desde hace mucho tiempo, biscochos, almojábanas, arepas de arroz, arequipe y todos esos bocadillos tolimenses que ya vienen para que los turistas los coman y como justamente éste tema me interesa porque aunque en alguna época el Tolima grande fue conocido por todos estos manjares, hoy el reconocimiento solo lo tiene Huila.
Alejandro: ¿Cómo es el comercio del biscocho, la achira, la almojábana y todos estos manjares?
Blanca: Mijo, eso ya uno lo hace porque esta fue toda su vida, porque ya uno qué más hace a esta edad, pero la verdad es que aquí nosotros somos gente olvidada y ya si acaso la gente del pueblo come biscocho los fines de semana.
Alejandro: ¿Cómo era antes la venta?
Blanca: Antes… Pues antes era bueno porque aquí por la 4a (Avenida principal de El Espinal) uno se podía hacer y habían muchos muchachos que se iban a vender a los buses que llegaban y se vendía harto a pesar que un biscocho valía $50 pesos, cada uno podía vender diga usted $300 mil pesos diarios de los cuales uno le ganaba la mitad y con eso podía sostener a la familia, ahora con todo eso del terminal y ese tal pueblito paisa… Ya con suerte se venden $100 mil
Alejandro: ¿Para qué le alcanza esos $100 mil?
Blanca: Hmmm… Pues a penas para pagar el puestico, la venida hasta el pueblo y pues ya ahí como para el almuercito. Pero eso no justifica porque hacer todos esos biscochos… uno se jode mucho.
Alejandro: ¿Por qué? ¿Cómo es acaso el proceso de producción del biscocho?
Blanca: Vea mijo, usted viene de por allá de la capital, allá todo se lo comen hecho por aparatos y eso no sabe igual. Aquí los que nos dedicamos a la producción de biscocho, nos levantamos a la 1 o 2 de la mañana ya teniendo el maíz, la harina y todo organizado para que nada más sea meter al horno y dejar enfriar y luego traer los bischochitos a las 5:00 o 6:00 AM y comenzar aquí a venderlos todo el día y pues todo eso para ganarse por ahí $20 mil pesitos por joderse en el horno, empacando, trayendo echando pata…
Alejandro: Este es un producto muy emblemático del Tolima por tanto los gobiernos locales debería apoyarlos ¿Lo hacen?
Blanca : Que… Si esos lo único que piensan es como hacer para repartir entre ellos… No ve eso ahí que montaron disque pueblito paisa y ahí era donde antes nos hacíamo porque pasaban hartos buses y carros y uno vendía biscocho fresco.
En este Mucinipio, hace ya unos 5 años se construyó un espacio llamado el Pueblito Paisa o Espinaluno, depende de quien le haga propaganda, éste, tenía propósito de organizar a los comerciantes de biscochos y demás en un lugar en el que los turistas iban a sentirse agusto para disfrutar los manjares. Pero, el descuido ambiental que pone el sitio en un rayo de sol inaguantable y además de la vulnerabilidad de la delincuencia, han hecho que más bien sea desolado.
De este modo, no sólo se trata de un tema cultural, sino también socio-político, el Municipio y los gobiernos departamental y nacional han de encargarse de motivar a turistas para impulsar el comercio, especialmente de los artesanos que aún mantienen viva la herencia gastronómica de esta región, pero al parecer, el progreso nos está llevando al olvida y cada vez nos volvemos máquinas más funcionales y menos pasionales.
Además, este no es un tema que afecte únicamente a una región, nada más, tenemos que ver los proyectos de infraestructura para alimenta capitales y dejar de lado los pasos por los pueblos que para el progreso no tienen algún interés.
Pero bueno, sigamos con la región, porque ahora, con este descuido al que el progreso nos ha llevado, del Tolima a penas se le conoce el biscocho de Castilla un corregimiento que a penas si se nota en la carretera que ahora lleva a Neiva en 4 o 5 horas desde Bogotá y que, si el progreso continúa, corre el riesgo de extinguirse.
¿No creen que sea real? A ver, ¿Cuantos de ustedes conocen este pequeño corregimiento y su valor en este bocadillo tan artesanal llamado Achira? ¿Cuántos saben que es parte de la identidad gastronómica del Tolima? o ¿Cuantos saben que su textura es harinosa y tostada a la vez?
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